miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cincuenta años de Era Espacial

Hace 50 años, el mundo vivía con ilusión el inicio de la Era Espacial. Los vuelos de los Gagarin, Popov y demás pioneros rusos pero, y sobre todo, mucho más mediaticos y televisados de los astronautas estadounidenses Shepard, Grissom, Glenn y los demás "Mercury Seven", parecían constituir el prólogo de una nueva era: la Era Espacial.

Aquellos hombres, constreñidos -todos los "Mercury Seven" medían menos de 1,80 metros y viajaban sentados porque no cabían de pie o estirados- en una pequeña cápsula de menos de dos metros de diámetro,  orbitaron el planeta a 27.000 kilómetros por hora, jugándose el pellejo.

Una aventura sin precedentes, auspiciada e impulsada por el presidente Kennedy -conviene recordar su famoso discurso de 1961, "a man in the moon"- en plena guerra fría, que culminó con la llegada del hombre a la luna unos años después.

Cincuenta años después, no queda nada de aquella épica. Casi nadie recuerda a los "Mercury Seven" -de los que sólo sobreviven ya Glenn y Carpenter, nonagenarios pero lúcidos y activos- y los viajes a la Luna que les siguieron son una mera fantasía para muchos de nuestros jóvenes, que no conciben cómo se pudo ir hasta allí si hoy volver se considera una quimera.

Por supuesto nadie habla ya de la Era Espacial. Los niños ya no juegan a ser astronautas -un neologismo de los años 60- y nadie confía en viajar a las estrellas. Algo que, durante los años 60 y buena parte de los 70, se daba por hecho en un futuro no muy lejano, que bien prodrían ser nuestros días.

Aquellas películas y series de televisión que se desarrolaban en naves que viajaban por el especio interestalar -la mítica "Star Trek", sin duda, pero también "2001, una Odisea en el Espacio" o "La Guerra de las Galaxias"-   pronto dieron paso a otras en las que más que ir a la conquista de nuevos planetas, éramos los terrícolas los que esperábamos por ellos: "Encuentros en la Tercera Fase", "V" o "Independence Day" o el remake de "La Guerra de los Mundos"  -por señalar películas de los años 70, 80, 90 y 2000-  responden a este planteamiento, digamos, pasivo.

También ha desaparecido el estilo de vida futurista de series televisivas como "Los Supersónicos" una versión espacial de los Picapiedra en la que los portagonistas disfrutaban de una tecnología amigable para vivir su estilo de vida suburbano de forma...supersónica. La tecnología pronto dejó de facilitar la vida para convertirse en una pesadilla. Y no digamos la arquitectura, que tanta inspiración obtuvo de la estética espacial. La torre de comunicaciones de Seatle o las cúpulas de Fuller son fruto de esa época. Por no hablar de algunas casas angelinas que parecen a punto de despegar o el estadio olímpico de Munich. Lo que en los 60 y los 70 parecia futurista, ahora nos parece, con frecuencia, kitsch.

Ya la verdad es que los vuelos tripulados se han limitado a los orbitales de los transbordadores, ahora también abandonados. En realidad, ya no hay vuelos espaciales, ni siquiera de "cercanías". Parece que los chinos están decididos a repetir la epopeya luar. Lo lograrán, pero  ¿cuándo?.

Lo cierto es que el sueño espacial ha dejado paso a otros sueños. El altermundismo y la sostenibilidad han reemplazado al citius, altius, fortius. Siquiera aplicado a la tecnología. Los aviones vuelan a la misma velocidad y altura que hace 30 años. El Concorde murió. En nuevo Queen Mary no es más veloz que su antecesor de los años 30. Ni siquiera aventaja a los legendarios Cunnard, como el Titanic.  Nuestros coches, siendo más veloces, circulan más despacio que los de nuestros padres. Y, por supuesto, aquel imperativo "teletranspórtame, Scotty", no se cumplió. Ni tiene visos de cumplirse, pese al bosón de Higgs. Lo único citius es el tren. Siquiera en algunas líneas. Pero tambien parece haber alcanzado un tope: los 300 kilñometrios por hora no parecen fáciles de superar en trayectos comerciales. Superarlos supone mucha energía y riesgos para la seguridad.

Así que no viajamos ni más rápìdo, ni más alto. Estamos donde estábamos. Sólo somos mucho más eficientes.

¿Qué nos ocurre?. Parece que el viejo mundo occidental está cansado de  avanzar y progresar. Las energías fósiles contaminan. Y son cada vez más caras. Y cualquier nueva fuente de energía abundante y barata, como la fisión nuclear, es cada vez más cuestionada. Y pronto pondremos en cuestión las energías limpias (aunque caras): ya pasó con los biocombustibles y pronto surgirán voces críticas con la energía eólica.

Quizá nos hemos vuelto exceisvamente críticos. Y poco imaginativos. Rechazamos cualquier tipo de energía. Pero no buscamos alternativas seguras y abundantes. El rechazo a la fisión atómica siquiera como previo de la fusión-  es paradigmático. Nos resignamos. Ya no queremos emplear talento, energía y dinero a explorar nuevos mundos. Hasta los estadounidenses han renunciado a su "nuevo destino manifuesto" en el espacio. No hay sustituyo para los trasnbordadores. 

Somos sociedades cada vez más envejecidas, sin ilusiones ni héroes. ¿Qué presidente sería capaz de hacer un discurso como el "the man on the moon" de Kennedy? Un  discurso capaz de proyectarse al futuro, que proponer metas y medios para alcanzarlas. Un programa con números y recursos, realista, para ir a la Luna. ¡En 1961!

¡Claro que mejorar el mundo es loable!. Pero nuestro mundo, nuestra tecnología -desde el fly-by-wire a los ordenadores, pasando por internet, los microondas o, incluso, la comida, la ropa o materiales como el titanio- no pueden entenderse sin la carrera espacial.

A mi modo de ver, una de las causas de la crisis económica que corroe occidente es, precisamente, nuetra falta de ambición y creatividad. Sólo nos animamos a consumir, pero neutra producción no se renueva. Los productos "maduros" son cada vez más. Y pueden fabricarse en Brasil, China o Irán. Occidente no puede vivir en exclusiva del consumo y  una investigación muy localizada y comprar y vender derivados financieros.  Es eso lo que da como resultado una creciente polarización social. Camarero en Burguer King, reponedor en Hipercor, Auchamp o WalMart. O investigador de élite o tiburón financiero. Y cada vez son menos los términos medios. Esa clase media menguante, cuya desaparición narraba magistralmente el viejo Clint en "Gran Torino".

El proceso de fabricación del Dreamliner de Boeing -el 60% de la producción deslocalizado- es un buen ejemplo de todo ello.

Pero me resigno a pensar que el hombre haya dejado de soñar. No lo hizo durante los cientos de miles de años que ha pasado mirando a las estrellas, preguntándose por ellas, qué eran, dónde estaban, cómo llegar a ellas. Icaro, Babel o Leonardo son muetras de ese afán por ir más lejos.

Quizá los sueños han dejado de estar en Occidente. Quizá hayamos pasado la antorcha del progreso -esa concepto tan occidental, cristiano incluso- a otras civilizaciones. A otras culturas. Y hayamos dejado de mirar la luna para ver el dedo. Ojalá ellas sigan adelante. Y encuentren nuevas energías inagotables. Y envíen misiones tripuladas al espacio.

Pero occidente arrostrará las consecuencias. Ya estamos en ello. Porque la crisis económica, por ahora, no es mundial. Es occidental. Y, si se me apura, y no por casualidad, mediterránea.Justamemte ese Mediterráneo sobre el que volaba Ícaro, reflexionaron Demócrito o Tales de Mileto, contruyeron sus pirámides los egipcios e inventaba Leonardo.

Pero la antorcha de la Era Espacial está ahí. Para quién quiera recogerla. Pronto se cumpliran 50 años de la más singular epopeya de la humanidad: la que culminó con el regreso, sanos y salvos, de Arsmtrong, Collins y Aldrin después de hollar un nuevo mundo, distinto al que nos alberga desde hace millones de años. 

Permanezcan atentos a sus pantallas.   




lunes, 5 de diciembre de 2011

Memorias


En España dedicamos calles, plazas y monumentos a personajes nefastos: Fernando VII, Isabel II o Manuel Azaña, por ejemplo, gozan de ese privilegio. Incluso algún personaje siniestro: es el caso de Dolores Ibárruri, "Pasionaria". Por supuesto, personajes cuando menos discutibles en sus méritos, cuando no abiertamente reaccionarios, reciben también su homenaje: es el caso de Donoso Cortés o el marqués de Santa Cruz. También hay golpistas -algunos bajo la etiqueta de "revolucionarios"- presentes en nuestro paisaje urbano: es el caso de Prieto, Largo o Miguel Primo de Rivera. Como lo es el de muchos instigadores de pronunciamientos decimonónicos. Incluso recordamos dictadores: el ya citado Primo, pero también Narváez, por ejemplo, tienen calles. Algo, por otra parte, habitual en toda Europa: Pilsudsky en Polonia; en Francia los dos Napoleones  -o Thiers, represor de la Comuna, tan controvertido- tienen sus espacios. Por no mencionar a Kemal en Turquía o Lenin en Rusia. O a Bismark y Guillermo I en Alemania. O, yendo atrás en el tiempo, Cromwell, el dictador de Inglaterra, tiene su efigie esculpida en Westmister. Y todo ello, sin alejarnos de Europa. Ni de los siglos XIX y XX (con la excepción, claro, de don Oliverio; pero ya se sabe que los ingleses son peculiares e, incluso, pioneros, para todo).

Sin embargo, en España, por mor de la ley de Memoria Histórica, prohibimos -literalmente- el recuerdo a Franco, a sus ministros y a los intelectuales -muchos de ellos notabilísimos- que apoyaron su régimen.  Y sólo se prohibe el recuerdo a ese periodo de nuestra historia. Sin duda, Franco fue un dictador. Sin duda, contribuyó decisivamente al triunfo de un golpe de Estado (tambien, habría que preguntarse por el estado del Estado el 17 de julio de 1936). Para muchos, ciertamente, fue un gobernante nefasto. Incluso siniestro.

Siempre, en todo caso, controvertido. Y, sin duda, discutible. Creo que ahí apunta una clave para entender la polémica. No hay un consenso histórico sobre la figura del general. Como señalaba Arcadi Espada en diario "El Mundo" el pasado tres de diciembre, Franco gobernó con legitimidad. Siguiendo a Weber, gobernó con la legitimidad de las armas, de la fuerza y la intimidación, pero también con la legitimidad del ejercicio, de la gestión. O así fue, al menos, para muchos -quizá una mayoría de españoles- que aceptaron, de mejor o peor grado, una suerte de pacto tácito por el que se transigía con represión y falta de libertad ciertas a cambio de seguridad, estabilidad y progreso.

Y para buena parte de sus contemporáneos, cumplió con su parte. España, tras siglo y medio convulso -cuatro guerras civiles, infinidad de golpes de Estado y pronunciamientos- se estabilizó e invirtió la tendencia histórica decadente frente a otras naciones europeas y latinoamericanas. España se industrializó, abrió su economía al mundo, puso fin a la emigración secular y modernizó su estructura social. Cambios impulsados de  forma consciente -con aciertos y errores- desde el poder. Como apuntó en su día Amando de Miguel, España hizo la revolución burguesa bajo Franco. Es difícil rebatir que, en lo económico, en lo social, España estaba, en relación a la Unión Europea, mejor en 1975 que en 1936 o, incluso, que en 1930.

Es más: como señalaba Espada en su artículo, la Transición se hizo desde las leyes franquistas, fue impulsada por franquistas -o, al menos, no desafectos al Régimen, como Suárez, Torcuato o el propio Rey- y fue percibida, por buena parte de la ciudadanía de la época como una evolución natural del Régimen. No parece, tampoco, por los testimonios de quienes le trataron -entre ellos, el propio Suárez- que Franco pusiera reparos, una vez fallecido, a un tránsito democrático. Es más, quienes se opusieron a él -los Blas Piñar, Girón- eran considerados ya, en vida de Franco, un tanto frikis del franquismo.

Quizá sea todo ese protagonismo histórico lo que moleste a muchos, especialmente en la izquierda. Pero también es lo que legitimó a aquel régimen a los ojos de muchos españoles. Y también lo que ha soslayado la irrupción de una extrema derecha española. Muchos que vieron con buenos ojos su obra, aceptan y respaldan la actual democracia. Desean incluso su perfeccionamiento. Y sin contradicción.

Y por todo ello, tal vez sea merecedor, pese a la controversia que aún genera, de homenaje urbano. Si recordamos a personajes mediocres, nefastos, siniestros, reaccionarios, golpistas, dictatoriales o represores..¿por qué no? Y quizá con mayor merecimiento que el de muchos que la yo tienen. La España de hoy, próspera y libre pese a las dificultades que nos acongojan, no puede entederse sin la labor de Franco, como tampoco sin la de muchos de sus colaboradores. Personajes como López Rodó, Navarro Rubio, Estapé y tantos otros, no pueden quedar en el olvido. Merecen memoria, recuerdo y no la distorsión caricaturesca de la historia en función de hechuras ideológicas. Como en otras naciones, la Historia ha de asumirse con naturalidad. Entre otras cosas, porque buena parte de lo que hoy disfrutamos a ellos se lo debemos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Gobierno y gobierno

Me preguntaba en estos días postelectorales por un leit motiv que ofrezca coherencia a los resultados del 20N. El pasado martes, me hicieron una entrevista televisiva, y sentí que no había sido capaz de dar con esa clave.

La respuesta obvia es el rechazo al gobierno de Zapatero (en adelante ^^). Pero, claro, es algo demasiado simple. Y evidente. Tampoco parece exactamente un rechazo a sus políticas económicas. Si su gobierno, en un giro copernicano, pasó del mantra del gasto al del ahorro, es previsible que, con el Partido Popular en el gobierno, los "recortes" sean aún mayores. Es más, los avances de CiU en Cataluña o del Partido Popular en La Mancha y Galicia -siempre espectaculares y partiendo de un nivel de voto ya elevado- parecen indicar que, pese a una gestión de ahorros polémica, que ha levantado protestas difundidas con profusión, los "recortes" no disuaden al votante, sino que lo animan.

El caso de Madrid, donde se mantiene el voto al Partido Popular, incrementando porcentaje sobre voto escrutado, es también significativo. Y, desde luego, si el giro hacia el ahorro de ^^ fuera causa de tanto rechazo, no tendría explicación que unos 800.000 votantes del PSOE en 2008 eligieran al PP en 2011. Creo que los electores han asumido que viviemos muy por encima de nuestras posibilidades. Y de ahí que se asuma también la necesidad de ahorrar y de sacrificarse -hasta cierto punto- en pos de un futuro mejor.

Tampoco está la causa en el paro escalofriante al que hacíamos referencia en la primera entrada de este blog. O no en el paro en sí mismo. Siempre he pensado que lo que acabó con González en el 96 no fue la corrupción, como muchos dicen, sino el desempleo. Y, desde luego, el desempleo ha desgastado a ^^. Pero no creo que explique, por sí mismo, el abismo en el que se ha metido el PSOE. Tampoco el malestar de millones de familias que, trabajando, han visto mermar sus ingresos o perciben un riesgo cierto de que ello suceda.

Por tanto, la clave está en otro sitio. Y me la dió Eduardo Punset, entrevistado en algún programa de televisión cogido al azar. "La gente quiere gobierno". Pues claro. Equiliquá. Áhí está la clave. Y ahí está el leit motiv de estas elecciones. La ciudadanía quiere un gobierno que gobienre. Con claridad, con un programa, con el "plan" que repetía Rajoy. Coherentemente. Con realismo. Con sinceridad.

Lo que no quiere la ciudadanía -o la mayoría de ella- es un gobierno que no gobierne. Y el gobierno de ^^ ha dado bandazos antológicos en asuntos que constituyen claves de bóveda de cualquier gestión: sea la política antiterrorista -del pastel a la represión- sea la política exterior -de aquella olvidada Alianza de Civilizaciones al Escudo Antimisiles- y, por supuesto, la crisis económica. Primero no era tal, luego sí. Primero nuestro sistema financiero era una roca. Granítica. Luego roca, pero porosa. Y, al final, arena de playa que se lleva una pequeña ola. Y el giro copernicano: de los planes de gasto, de los incrementos salariales a los funcionarios y los cheques bebé y vivienda y las deducciones fiscales a todo lo contrario: tijeretazos a los sueldos públicos de dejar temblando, más impuestos, más deudas, más...¡¡¡Desgobierno!!! Y sin que se aprecien resultados -positivos- en las cuentas familiares. O en el empleo.

Tampoco sirve eso de que cualquier medida es buena para la ciudadanía por el mero hecho de tomarla "ellos". Tampoco ofrecer una cosa y la contraria, como hacía el candidato. Con frecuencia, ^^ y los miembros de su gobierno y su partido apuntaban por ahí (quizá sean estos dos de los motivos de la decadencia socialdemócrata: no se puede tocar la campana y estar en la procesión, ni es posble ahorrar sin ahorrar).

La ciudadanía quiere un gobierno que gobierne. Que le proporcione estabilidad, seguridad. Y algo de libertad. Si por ello hay que reducir gasto, que se haga. Pero que se haga ya, no con medias trintas. No bailando la yenka (izquierda, derecha, delante, detrás). Por eso ha salido reforzada CiU -pese a una gestión tan controvertida y antipática- o el PP en Galicia o La Mancha, donde los recortes han sido del 20% del presupuesto. Y Madrid, donde más de la mitad del electorado ha dado su voto al Partido Popular. En estas regiones hay gestión. Hay gobierno. Por desagradable que sea. Pero ofrecen, al menos, una esperanza.

Y, sensu contrario, podría explicar parte del descalabro -quizá no tanto- de Foro de Ciudadanos en Asturias, cuya gestión y,sobre todo, su línea política, su programa, no se divisa. O, incluso, el bajón del PSE en el País Vasco, aunque ahí entramos ya en territorios algo más resbaladizos. Y no sólo por el txirimiri
Por tanto, la ciudadanía -o buena parte de ella, tal vez el 55% de votantes que suman el PP, UPyD y CiU- está dispuesta a asumir sacrificios. El gobierno que nos hemos dado tendrá legitimidad para ahorrar hasta, casi, la racanería. Pero a a cambio de prosperidad futura. Intuyo que sólo durante dos años, a lo sumo. A partir de entonces, se exigirán resultados.
Así que, manos a la obra...y buen gobierno.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El Manzanares

Mi mujer vive en la ribera del Manzanares, en Madrid. Yo viví nueve años en la capital -entre 1985 y 1993-, también la visito con frecuencia desde entonces, y jamás me había  acercado al río.  Hasta que, por motivos profesionales, ella se fue a vivir allí hace cuatro años. No era un lugar atractivo, visitable, no se llegaba allí fácilmente.  El río era lugar de paso. El Alsa que me llevaba y traía Asturias pasaba raudo por la M30 en su recorrido desde la vieja estación de autobuses de Palos de Moguer hasta la carretera de La Coruña. Y lo que se divisaba, fugazmente, era canal enmarcado por un paisaje de enlaces de autopistas, torres de alta tensión y viviendas de aspecto desordenado y olvidable, Era un entorno inhóspito e inalcanzable para el paseante curioso.

Tenía, además, la referencia del sarcasmo de Quevedo -el célebre verso donde le dice "aprendíz de río"- y las de algunas películas de los sesenta que se desarrollaban en el entorno del río, como "Se necesita chico" de Mercero o la mítica "Sor Citroen", en la que Gracita Morales recibe sus clases prácticas en los aledaños de la ribera del Manzanares. También, desde luego, los magníficos tapices y óleos de Goya, mostrando las romerìa del Santo que, como ahora, se celebra en los aledaños de la capilla, cercana al río.

Me extrañaba en contraste entre lo inhóspito del paisaje urbano por el que yo pasaba y el mucho más agraciado que aparecia en aquellas películas y,no digamos, la bucólica ribera que pintaba el aragonés. Pero nunca reflexioné sobre la trasnformación de aquel paisaje idílico -parece que, en realidad, no lo era tanto- en aquel canal deshumanizado.  

No fue hasta que mi mujer fue a vivir allí cuando tuve mi primer contacto -como paseante curioso- con un río -o lo que quedaba de él- rodeado por el marasmo de la obra civil urbana más cara ejecutada en Europa en los últimos años. Aunque ya con la esperanza de ver realizados pronto los renders que anticipaban el aspecto final del río. Me llamaba la atención, en todo caso, una cosa: el silencio. Donde antes había coche y humos, quedaba el murmullo de la represas del río y de las abundantes aves que se acercaban -y se acercan- a él. La vida y la paz habían vuelto aquel río asediado, casi muerto.

Desde hace unos meses los renders son ya realidad y el paseo por el río constituye una grata experiencia. Algunos de los paisajes recién creados tienen un puntito onírico, como la lámina de agua rodeada de granito ilumiada por la luz de la mañana. Otros escenarios son, sin embargo, testigos de las agresiones sufridas por el río y su entorno.

El contacto con el "nuevo río" me llevó, por fin, a pensar sobre él. Y es que la transformación de los paisajes que representó Goya en sus óleos y tapices en lo que se  hoy vemos es portentosa. Y tuvo lugar en pocos años. Hacia 1950 aún eran reconocibles los paisajes goyescos.

¿Qué fue lo que pasó? He llevado a cabo una somera -tanto como el río- investigación y el resultado es fascinante, gracias a los magníficos anaqueles digitales de la hemeroteca digital del diario ABC y, desde luego, al foro Urbanity, que tanta y tan buena información proporciona. Es la breve historia de una gestión que ha transformado un paisaje marginal en un paisaje urbano, con un potencial enorme por desarrollar.

En 1943, y tras una canalización fallida llevada a cabo durante los años 20 del siglo  XX, se pone en marcha el Organismo Autónomo Canalización del Manzanares, dependiente del Ministerio de Obras Públicas. Su objetivo: canalizar el río a su paso por lo que entonces era el límite de Madrid, desde el Puente de la Princesa al Puente de Andalucía. La obra se financiaría, en parte, con la venta, una vez urbanizados, de los suelos municipales situados en la ribera del río, estando facultada, igualmente, para la exporpiación forzosa de suelo privado localizado a menos de 150 metros de la canalización.


Por tanto, Canalización del Manzanares no sólo encauzó el río, sino que ordenó su entorno. Los objetivos de esa ordenación eran básicamente 1) ordenar la expansión de Madrid hacia el sur y la barrera que suponía el río y 2) dotar de cierto empaque al entorno del río, muy degradado hasta entonces, revalorizando su atractivo residencial, permitiendo visualizar y realzar la cornisa "imperial" de Madrid, objeto de especial atención en la inmediata postguerra.


A finales de los años 40, se habían redactado los proyectos de canalización y el esquema de ordenación de la ribera.


Y en 1950 los trabajos avanzaban a buen ritmo.

El resultado de la obra fue desigual: a principios de los años 60, el tramo comprendido entre el puente del Rey y el estadio del Manzanares estaba "acabado". Esto es, el río había sido canalizado y las riberas urbanizadas y edificadas. El resultado parece que era notable, a la luz de las fotos de la época. Y los
titulares, tan jubilosos como los actuales.


El estadio -inacabado, en "ruinas", según los
cronistas de la época- marcaba un límite. La canalización estaba terminada, pero no así la urbanización de la zona, que permanece aún llena de escombros, sin arbolado ni urbanización. El crecimiento de la zona norte de Madrid -Mirasierra, Pilar, etc,- desbordó los colectores, que empezaron a verter aguas fecales al río a la altura del Puente de San Fernando. Hacia 1965 son constantes las protestas por el mal estado de las aguas del río y los insectos que atraía. El avatar de jst debe ser de esa época.


En la segunda mitad de los
60 se urbaniza ese segundo tramo de la canalización. Se construyen nuevas viviendas y se lleva a cabo el parque de la Arganzuela, inaugurando en 1969 (creo). Aprovechando esta urbanización, se mejoran los colectores y se pone en marcha de depuradora de Viveros, así como dos puentes que alivian el tráfico del de Toledo, que se peatonaliza. Se prevé alargar la canalización hasta el puente de San Fernando al Norte y hasta el FFCC de Andalucía al sur. La ampliación nunca se llevó a cabo.


La canalización río y la urbanización de su entorno están terminados. La M-30, inaugurada en 1974, convierte el "delicioso" paseo proyectado en una autopista. Desconozco el aspecto final de la urbanización entre 1969 y 19¿72? en que se convirtió lo que era un bulevar en autopista.

Canalización del Manzanares se
disolvió en 1985, 42 años después de su constitución. El balance a su labor es más bien crítico.

Me parece una interesante y poco conocida historia de gestión urbanística, con resultados desiguales. De no haber sido por la M30 quizá hubiera resultado un bonito paseo. Pero aún así, el entorno, más allá de las limitaciones del río, no resultó estimulante. Ni siquiera a la altura de lo proyectado. ¿Por qué?
Aquí ya no entramos en territiorio de hechos sino de hipótesis.
 En todo caso, creo que podemos extraer algunas lecciones de una experiencia de gestión con tanta trascendencia, desarrollada a lo largo de tanto tjempo, una aventura de más de 30 años:


1. La fórmula de gestión de rentabilizar los solares de la ribera para financiar parcialmente la canalización, era básicamente correcta, a mi juicio. Es más, quizá podía haberse recuperado, siquiera en parte, para Madrid Río, recuperando algunas alineaciones perdidas en la zona del Puente de Toledo. Por cierto, aún quedan solares sin edificar junto al puente de Andalucía (¿a quién pertenecen?).

2. La ordenación propuesta para la zona tampoco era descabellada, salvando las dudas sobre la anchura del paseo de ribera. Quizá se echa de menos una mayor conexión entre las  dos orillas, confiada, básicamente, a los puentes ya existentes. Ejes transversales que eviten el efecto frontera del río. Y la relación de los puentes con la avenida del Manzanares, quizá no bien resuelta.

3. ¿Qué falla entonces? Quizá a) el empeño en llevar la ciudad mesocrática hacia el río, que fué siempre una zona marginal de la ciudad. En contradicción con el plan Bidagor, que reserva las áreas industriales al sur de la ciudad. Y, más importante, a contracorriente de la expansión natural de la ciudad. Y tanto más cuanto más aguas abajo del puente del Rey.  Por otro lado b) pretender crear barrios mesocráticos en esa zona marginal, separada de la ciudad por industrias, ferrocarriles, etc. danto como resultado un paisaje inconexo, tanto por el tiempo transcurrido entre unas y otras edificaciones -pasan 20 años entre los primeros bloques junto al Puente de Segovia y los ya citados de Antonio López- como por la distinta calidad de los mismos -aceptable los primeros, detestable los segundos-. en función del mercado al que iban dirigidos. Y ese tiempo transcurrido no es casual, sino consecuencia de la dificultad de acercar la ciudad hasta el río. Además c) las distintas tipogías de manzana -cerrada, abierta- manteniendo edificabilidad, añaden un plus de heterogeneidad  a lo que podía haber sido un paseo con alturas y alineacion es uniformes. Y para rematar e) canalizar y represar un río que, durante los años críticos de la urbanización padece una contaminación creciente, con lo que, en vez de atraer, retrae. El paso del tiempo, que se deja ver en el descuido de los edificios y el estadio tampoco contrinuyeron a mejorar las cosas. Tampoco la anarquía de cierres de terrazas y balcones -tan madrileña- o la proliferación de aires acondicionados como verrugas de fachada (otro problema, mñas recinete en este caso, de nuestra capital).


4. En lo positivo, cabe pensar qué hubiera sido del Manzanares sin la Canalización del Manzanares. Y sin la financiación del Estado, que hata 1965 iba poniendo 2/3 de la inversión (el tercio restante por venta de solares).


En este sentido cabe una reflexión sobre el papel del estado en el urbanismo madrileño, que tal podría ser más ambicioso en su condición de estratégico para la imagen y promoción de la marca España. Así cabe reflexionar si el estado debió implicarse en Madrid Río -especialmente tras el desbarajuste que causó con la M-30 ne la zona, de tan difiicl cicatrización- pero también en elementos simbólicos de la ciudad, con impacto mundial, como el eje Prado-Recoletos-Castellana (índependientemente de la OPCH) que no puede estar al albur de disoutas más o menos personalistas entre administraciones.  O el acondicionamiento urbanístico de los accesos a la ciudad -el ejemplo de la A-6 y Arco del Triunfo es sangrante, lo ´deshumanizado y degradado de un eje que podría ser belo y monumental- el entorno de los museos nacionales, etc. manteniendo siempre las correspondientes compoetencias delegadas de urbanismo en el ayuntamiento y la comunidad, desde luego, pero buscando acuerdos que, a buen seguro, iban a ser bienvenidos. Y más cuando se está hablando de restañar heridas en el tejido urbano causadas, generalmente, por la administración central.

Y Madrid Río es una evidencia

lunes, 14 de noviembre de 2011

E-comercio y ciudad 2.0.

El otro día cenamos con unos amigos. La cena, además de sabrosa, dio pie a una interesante conversación. Y surgió el asunto de ls TIC y, en cincrato, del comercio on-line. Nuestra anfitriona nos comentaba cómo, en el largo plazo, puede acabar con buena parte del comercio tradicional.

Y claro, si acaba con buena parte del comercio tradicional, cambiará también, en buena medida, la fisonomía de nuestras ciudades. O, al menos, de sus zócalos comerciales.

Resulta que el comercio electrónico supone ya un 10% de las ventas totales en añgunos países, como los Estados Unidos, Reino Unido o Alemania.

Online share of retail trade 2010

Es más, las ventas al por menor en locales tienden a bajar desde hace unos años. Sí, claro, la crisis. Pero, sin embargo, las ventas por canal electrónico crecen año tras año, imparables. Es más, si las ventas al por menos crecen es debido al auge del comercio electónico. En los EEUU el porcentaje de venta de ropa a través de internet alcnlza ya el ¡16%! del total. Y lo que le queda...

Forecast Growth in Online Sales 2011

Increase Online Sales 2010-112011 online share of all retail business
UK14.0%12.0%
Germany15.0%9.0%
France24.0%7.3%
Italy20.0%3.9%
Spain 19.0%3.5%
Benelux20.4%5.1%
Norway22.0%8.1%
Sweden22.1%6.9%
Denmark16.0%8.0%
Switzerland19.8%8.7%
Poland33.5%3.1%
Average Europe19.6%5.5%


Como vemos, España, aunque algo rezagada, se está incorporando con fuerza a este canal de compra. Para esta campaña navideña se espera un incremento del 19% en ls ventas, en la media de la UE.

Naturalmente, el comercio electrónico afectará a la venta tardicional al detalle. Muchos de los comercios que han cerrado por la crisis jamás volverán a abrir.  Serán innecesarios. Empieza a notarse con fuerza en la banca, pero pronto veremos como Cortefiel, Zara y tantos otros reducen sus locales. Por no hablar de supermercados y grandes superficies, ya muy tocadas por la crisis y los nuevos hábitos de consumo.

Muchas de estas tiendas, aunténticos puntos de encuentro, desaparecerán y dejarán sus escaparates a la carteleria o a un bonito paredón con un cartel de "se vende".

Y todo ello, a contrapelo no ya de la estética urbana,  sino de los paradigmas sobre sostenibilidad urbana, defensores devotos del pequeño comercio como estructurador de la vida social, de calles amigables donde la gente se encuentra.

En España, siempre estarán los bares para animar las calles. Y las peluquerías. Y, desde luego, las tiendas que vendan productos perecederos: el pescado, la carne, la fruta, tal vez el pan... La costumbre española, mediterránea, de vivir en la calle no desapaecerá fácilementte. Pero no es menos cierto que los españoles no hemos acostumbrado a las grandes superficies y dejado de lado el pequeño comercio con mucha mayor facilidad que italianos o griegos. En eso, somos más nórdicos que mediterraneos. Pero los periódicos serán digitales o no serán (excepto los domingos). Los kioscos irán despareciendo, quedarán las chuches. Y las tiendas de moda. Y las de muebles....Los nuevos barrios apenas tienen comercio. Antes, la llegada de los nuevos vecinos era acompañada por la persencia de videoclubes, bancos, supermercados y bares. Y alguna tienda de muebles. Los dos primeros están muertos. A manos de internet. Y de la crisis. Las tiendasd de muebles, a manos de alguna multinacional sueca. Quedan los supermercados y los bares. Que serán los últimos en morir.

Tengo que darle alguna vuelta al asunto. Creo que los urbanistas no están al tanto del asunto. Y es clave para configurar el futuro de nuetras calles. Los supermercados ya han cambiado su aspecto: en muchos barrios e incluso villas metropolitanas, el pequeño comercio casi no existe.  Villas sin pescadería o carnicería. Ya es real, pero era impensable hace pocos años. El año pasado trabajé en la redacción del plan estratégico de una villa metropolitana. Y uno de los problemas que detectamos fue, precisamente, el desangelado aspecto de algunas de sus calles, vacías de comercio y llenas de locales tapiados. las calles sin actividad alejan a los viandantes, convirtiéndose en meros lugares de paso. Hoscos, desagradables e inseguros. Y, cada vez, mñas degradados. Es un círculo vicioso.Sus residentes, muchps de ellos recién llegados, compran en los centros comerciales cercanos.

Ahora estamos ante la versión 2.0 del despoblamiento comercial de las ciudades. Por tanto, habrá que reflexionar sobre cómo puedem afectar las nuevas tecnologías al aspecto urbano. Y a las formas de relación.. Preguntarse qué hacer con una pieza clave -por su rentabilidad, por su viisbilidad, por su funcionalidad- de nuestro urbanismo -y muy en especial, del español- como son los bajos comerciales. Cuántos se necesitarán. Dónde. Para qué. Muchos nuevos barrios ya no ocupan sus bajos. Ya están en el urbanismo 2.0. Y, ya digo, no es la crisis, No es un fenómeno coyuntural. es estructural. Nuestras calles quizá no vuelvan a ser cómo  fueron.




viernes, 4 de noviembre de 2011

Empezamos

Empezamos este blog justo al día siguiente de saber que en España tenemos ya a cinco millones de compatriotas sin trabajo. O al menos, eso es lo que asegura la EPA.

Pero es posible que los parados reales sean más. De acuerdo con criterios metodológicos comunes para toda la UE, la EPA cuanta como ocupados a todos aquellos que han trabajado una hora -sí, ¡¡una hora!! o más durante el último mes.  Pero cuando se pregunta directamente a la población por su situación laboral, sin matices ni florituras, los que aseguran estar parados son aún más. Y es que no creo que alguien, por trabajar una hora al mes, diga que trabaja. Bueno, quizá algún consejero de alguna superempresa. Pero ésos no son significativos a efectos estadísticos.

Así, la encuesta preelectorial que el CIS ha publicado hoy, pregunta -como hace siempre- "¿En cuál de las siguientes situaciones (trabajando, parado, estudiante, pensionista...) se encuentra Ud. actualmente)?". Y la tasa de parados que obtenemos es del ¡¡¡31,4%!!! sobre la población activa. Diez puntos por encima de los obtenidos por la EPA. Es cierto que los barómetros y preelectorales del CIS no son una herramienta adecuada para medir el desempleo. Pero no es menos cierto que los datos que de ella se espigan no dejan de tener su enjundia. Y más cuando es tendencia que se detecta siempre que se hace la pregunta de marras.

Por tanto, estaríamos hablando de un problema colosal, de más de seis millones de personas que se considerarían paradas. Quizá en muchos casos hayan desistido. La reducción de la población activa en la última podría apuntar por ahí.

Pero, sean cinco o seis los millones de parados, no es frecuente fijarse en los que tienen trabajo. ¿Cuántos españoles que trabajan han visto reducirse su salario? Por de pronto, tres millones de funcionarios. Y millones de trabajadores en empresas privadas: ¿cuántos han dejado de cobrar horas extras? ¿Y pagas por beneficios? ¿Y cuántos tienen congelado su salario pese a que los precios están escalando al 3% anual y el Euribor parece animado a subir?. Y lo que nos queda por ver.

Apenas hay información. Algunas encuestas detectan que un 40% de los españoles temen perder su trabajo. Y los informes de FOESSA para Cáritas muestran cómo, año tras año, la economia de los hogares se degrada y precariza. 

Creo que habría que poner la lupa sobre esta realidad. Por eso no es de extrañar lo que se ha dicho en un congreso de médicos de familia que se celebra en Oviedo: las consultas en atención primaria han subido un 25% -que es mucho- desde el inicio de la crisis.

Ese es uno de los costes silenciosos de la crisis. De los que no se habla. La incertidumbre y la zozobra de millones de ciudadanos que, pese a estar ocupados, trabajando, han visto cómo, sin embargo, sus condiciones de vida se han deteriorado. Y sin visos razonables de mejora cercana.